Una furtiva lágrima...

La habitación vacia...

                            ... sonaba ...








Ella miraba el tiempo pasar...

Llevaba el pelo recogido como acostumbraba y sus ojos empequeñecidos mostraban lo que muchas intuían y ninguna se atrevía a preguntar.



Quieta, estática, ni un solo movimiento... le bastaba con la vibración de sentimientos, con la acumulación de pensamientos.



En un intento de volver al pasado, agarró su contrabajo y comenzó a rasgar las cuerdas como si nada hubiera cambiado.
Esa melodía la había acompañado desde hacía algunos años, era tan cercana que se limitaba a ejecutarla sin pensar en cómo. Le hacía fluir, respiraba con el instrumento, se sentía parte de él. Su corazón se aceleraba aunque la música se perdía...

Nada era igual.

Ella se dió cuenta y frenó en seco. Posó el contrabajo, aflojó el arco y decidió volver a su habitación.
Se sentó en la silla como si fuera capaz de olvidar y se dispuso a escribir la carta que tanto le estaba costando redactar.

...
..
.

Y de repente alguien llamó a su puerta. Esperó unos segundos y alguien apareció.
Ella la observaba y solo alcanzaba a lanzar una sonrisa. Ni una sola palabra interrumpía esa sincera mirada.

Ambas se acercaban delicadamente mientras entrecortaban sus miradas intimidadas y vergonzosas.
Hacía tiempo que no respiraban el mismo aire y aunque mucho habían hablado siempre quedaban esas dudas que solo estando al lado se resuelven.

De repente ella la rozó con su mano.
Su piel enmudeció , se sobresaltó.
Su vello adquirió esa inquebrantable fuerza, agresivo, como tiempo atrás.
Ella le dió la mano y le dijo: -Salgamos a pasear.

Y entonces...

...
..
.


Una furtiva lágrima se escapó y la rabia apoderó todo su cuerpo.

Supo en ese preciso instante que todo había sido un maravilloso sueño y que la realidad aún la esperaba.